domingo, 28 de marzo de 2010

Mátame a besos,

A veces, desearía que todo fuera llano, estable, inmóvil y placentero, pero es la violencia de tus ojos manchados de brea lo que me sobrecoge, es el ver la luz después de permanecer de espaldas a ella.
A veces, me gusta pensar que navegamos en un buque transoceánico, sorteando las olas arriba y abajo, aferrados a una botella de ron, al borde del fin del mundo, y conseguimos llegar a donde reposa el sol en su zénit, hace tanto calor y estamos tan desnudos...
A veces no dudaría en callarme para siempre, caer rendido en tu regazo, agazapado y amorfo. Me transformaría en lápiz de labios con tal de despertarme acariciando tu boca, me contentaría incluso con disolverme en forma del humo que resbala por ella, de la ceniza que con resentimiento dejas atrás todas las noches.
Pero yo sólo soy yo, y tú eres el veneno que alimenta mis días, la incógnita de mis horas, la respuesta a mis segundos.
¿A qué esperas para quitar el seguro y matarme a besos?