viernes, 28 de enero de 2011

la caverna

Escogimos a mentes infantiles,
ipso facto, no dudamos,
en colocarlas tras la pantalla de un kinetoscopio.

En tal lienzo, proyectados trazos pueriles,
cromatismos vivaces, seres humanos,
que en la suerte de asemejarse a animales,
estimulaban la retina sin ninguna clase de oprovio.

Pasó tiempo y su imaginario se nutría,
poco a poco, día a día,
de carantoñas plastificadas.

Desconociendo la verdad,
que no muy lejos les amparaba,
acariciaban su neurona flácida y amanerada.

Conmensuraron los límites de la geografía de un gatito,
un perrito,
un lorito,
un patito,
un adorable leoncito,
ante la imposibilidad de conocer su fiereza,
tal era esta cartografía,
de pudor y ligereza.

Yo mismo seleccionaba las cintas más insulsas,
azucaradamente convulsas en su desarrollo,
de entintadas florituras,
pasiones finales censuradas,
entre el príncipe y la princesa.

Él escogió al muchacho menos favorecido
por las deidades genéticas,
y sibilino, lo condujo hasta el exterior de la caja fuerte.

Por agravio a sus abrillantados ojos,
ante la luz del sol de estío,
no pudo detener, impío, sus capacidades diuréticas.

Nada más reposar su mirada,
indolente, aterrada,
se percató de la presencia de la vieja y fea Alicia,
la puta y fea Alicia.
Verdadera,
como otra cualquiera.
Infectada,
de todo aquel ruborescente prisma despojada.
Terrorista para un mundo de tinta aponzoñada.
Pienso del pretérito esbozado, esculpido,
en el cráneo de nuestro forzado foragido.

También había polución,
recesión,
masturbación,
especulación,
destrucción,
opresión,
lastres en su altar de imperfección,
ahora rasgado,
mal follado,
vejado,
violado.
Vestigios de un mundo turbio,
situado encima de un corazón enturbiado.

Limitándose a no creer aquello que sus sudorosas manos palpaban,
corrió, patizambo, rechoncho
hacia la madriguera de donde había salido.

El patetismo en la escena queda incluido,
cuando tras la confesión de lo vivido,
se encuentra al gordo acnéico carcomido,
roído y póstumo en un contenedor cercano.

Sus compañeros habíanle aleccionado,
sobre lo verídicamente humano,
aquello real y aquello malo,
revéntandole en cuerpo y alma,
con un arsenal de merchandising ya anticuado.

(dedicado a mickey mouse y a su estirpe )










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