sábado, 7 de agosto de 2010

Tras el lacio sonreír del estucado de mi cuarto se esconde un enigma, que nos secunda, nos coge de la mano y nos incita a aferrarnos como dos niños. Y las horas se distraen, cayendo en un sempiterno bucle, como si se tratara de una minúscula competición automovilística que jamás parece cesar .
Y son tantos los pigmentos que tiñen tu iris, el perfecto tejido de tu sonrisa al despertar; cada día reúno más pistas y sólo consigo que este acertijo crezca.
Tus miradas se desenvuelven con tal celeridad que truncan la misma atmósfera que nos contiene , es entonces cuando las manos emprenden su graciosa danza ritual y la ropa sale a esconderse tímida bajo el colchón, entonces todo cambia y se transmuta, te veo y me maravillo. Sería capaz de devorarte a la orilla de un vino tinto, pero me contento con catar la comisura de tus labios. Todo es fértil y ambiguo, e incluso tengo la sensación de vivir en un rotundo y profundo sueño vespertino.
Todo indica que estas circunstancias misteriosas se habrán marchado cuando al fin los dos nos desperzamos de manera escandalosa.
Te miro, tú me miras a mí; el enigma sigue ahí.

1 comentario:

  1. cuando leo lo que escribes me gustaría saber qué se te pasa por la cabeza cuando me miras, poeta

    te quiero mucho amor

    ResponderEliminar